martes, 28 de febrero de 2012

Por favor Paz para este Rotten Town

Hoy la violencia amenza la vida de otro artista venezolano, uno que desde su obra ha cantado en repudio a la sangre que corre por las calles de nuestro país. One Chot, compositor del tema Rotten Town, está en terapia intensiva luego de recibir un disparo en la frente cuando iba en camino a retirar el material promocional para una gira que empezaba hoy.
Muchos de nosotros conocemos su historia y la de tantos otros venezolanos que han sido víctimas en las calles venezolanas, sentimos el miedo, la rabia y la impotencia de verlos morir o partir uno a uno.
Muchos tenemos familias que parecen rompecabezas en el mundo, anhelamos que nuestros hermanos y amigos regresen, que nuestros padres compartan nuestros logros y caminos, pero respiramos tranquilos al pensar que donde están las probabilidades de que los alcance una ráfaga de terror está mucho más lejos.
Aquellos que tenemos hijos, creyentes o no, le rezamos a todo el que se pueda para que proteja a nuestros chamos y vivimos con nudos en la garganta cuando quieren salir, jugar en el parque o caminar en la plaza.
Esa sensación que nos paraliza y nos llena de odio no puede seguir siendo el motor de un país que antes era capaz de sentir esperanza y de pararse a diario a echarle pichón a la vida.
Ese miedo hay que sacarlo por mucho que cueste y por mucho que duela, hay que dejar de pensar en lo que el gobierno, el ministro, el Alcalde, el guardia o el policía pueden hacer. Para empezar a pensar que pensar que podemos hacer nosotros. 
Son muchos años de excluir, de menospreciar, de odiar y de ver correr en las aceras gritos, peleas y armas cerrando nuestras puertas para no ver, para esperar que la violencia no nos alcance a nosotros la próxima vez.
La paz necesita que le demos una oportunidad, esos chamos que hoy disparan sin sentir respeto por la vida necesitan encontrar oportunidades y caminos para cambiar.
Muchos venezolanos han apostado por trabajar para la Paz, pero hacen falta muchísimos más, cada uno desde lo que sabe hacer, el médico atendiendo a quien lo necesita para que la desesperación no le obligue a atropellar a otros para salvarse a sí mismo, el maestro educando a los niños para que entiendan el valor de la vida, el respeto y la honestidad, las madres apoyando a sus hijos para que la rabia y el miedo no se apodere de ellos, todo el mundo puede sumar cuando el miedo se deja de lado.
Conozcan a esos venezolanos que hoy trabajan para la paz en Venezuela, apoyen su trabajo cada uno desde sus posibilidades, busquen de nuevo la fe y la esperanza de ese país donde todos tenemos que convivir.
No importa la organización que apoyen o la causa que los mueva, que sea una causa por la paz, para poder empezar a ver titulares que hablan de cómo las cifras de homicidios comienzan a disminuir, de cómo las familias comienzan a volver, de cómo los venezolanos también pudimos recuperar nuestro país.

http://www.youtube.com/watch?v=UxdEpdZdvug

sábado, 30 de julio de 2011

Del amor... que por si solo es un...

El amor como concepto siempre me ha llamado la atención. Se ama a la familia, a la pareja que escogimos para el ahora o para toda la vida, se ama con entrega absoluta a los hijos, con criterio a los amigos, con desasosiego a los amantes.
Se ama por el placer que produce el propio amor, concepto curioso que es capaz de convertirnos en audaces, inteligentes, dedicados y devotos. Se ama porque sí, porque nos encanta. Porque el amor como el buen vino traduce nuestras playas soleadas y tempestades en momentos transitorios amarrados a un muelle infinito.
El amor en estos días ha estado recordándome la razón de su soberbia u omnipotencia, según usted lo prefiera.
En días que cuento con mi mano izquierda el amor de un artista me ha paralizado, el de una nena de rulos infinitos me ha cambiado la vida, el de una abuela ha cobijado a una familia que pisa fronteras diversas, esperanzados.
El amor a una ciudad, a su gente y sus historias me levanta de la cama todos los días. Pero en ese ir y venir, a veces dulce, a veces amargo, esta semana se ha destacado.
El martes murió un amigo, un tipo cínico, dicharachero, mujeriego, creador y maravilloso, que en vida pasaba por mi vida como cualquier otro pana. Cabe destacar que mis amigos son bienes preciados para mi como pocos, que disfruto sus risas, llantos y borracheras como nadie. Que vengan, del teatro, el periodismo, la fotografía, la gestión pública, las ONG's o la academia, a los que cuento como míos me maravillan atrapan y desbordan siempre.
Por este amigo, que siempre tenía algo que celebrar levanto una copa y por primera vez en mi vida espero que el premio de Hungría lo gane "il toro rosso".
El quinto de la semana no solo se llevó Alberto, malcriado como suele ser, el viernes volvió a despedirme de mis hermanas. Las dos partieron elegantísimas en vuelos a distintos continentes, y es que ahora el mundo es tan pequeño que cabe una Mac, Pc o según sea el caso en el dispositivo inalámbrico de su elección. Y mi familia se volvió de nuevo un rompecabezas con piezas en NY, Bogotá, Palma de Mallorca y Caracas.
Acto seguido hice lo que cualquier adulto sensato haría, vi Lilo y Sitch, una maravilla de Disney que nos recuerda con personajes extraterrestres y azules que la familia nunca te abandona y aunque lejos, siempre está allí para cuidarte.
Con el ánimo elevado y la esperanza como pronombre personal, celebré 95 años de la abuelita de mi socia, una mujer que con cada paso repite el único evangelio posible en esta era de globalización "all that you can live behind".
Celebrando a la distancia un cumpleaños en Margarita, una despedida en Higuerote, una tarde cualquiera en Barcelona, España. Todos ellos llenos de gente a la que amo con locura. El abrir y cerrar ciclos, en una semana que pareció de mil días, en la que me reí a cántaros con la twitera de la risa eterna, me abrace a mi hija y mi ahijada (como únicas certezas), me enamore aún más de un periodista de fútbol y repetí como Eudomar Santos "como vaya viniendo vamos viendo".
Pensando de alguna manera que el amor no solo nos mueve, también nos paraliza, nos aterra, nos hace mejorar o empeorar, pero por sobretodo nos invita a seguir.

P.D: En mi caso particular, que comparto con ustedes sólo como un hecho científico, amar a un artista me ha cambiado la vida, me la pintó de colores y me mostró todas mis facetas en sus pinturas, palabras y tramas. Para llegar hasta aquí siendo capaz sólo de admitir que el amor por sí solo es un ángel y no un demonio.

martes, 5 de julio de 2011

El Paseo de la Gracia de Dios


En las últimas semanas, luego de revisar los índices relacionados con el desarrollo adolescente en Venezuela es tentador pensar que existen coincidencias o por lo menos parecidos importantes entre el papel de la iglesia venezolana actual y aquella que se erigió como líder de espacios politicos, civiles y gubernamentales del decadente Imperio Romano.

Otrora el Imperio no fue capaz de satisfacer las necesidades de sus habitantes, hoy en día el Estado venezolano no puede garantizar la educación secundaria al 75% de los niños que culminan la instrucción formal en basica, ha sido incapaz de establecer sistemas socio productivos para estos jóvenes no escolarizados y mucho menos ha sido capaz de garantizar salud, alimento y seguridad social a las madres adolescentes que en este país representan 90 por cada mil, siendo éste el índice más alto en Latinoamerica.

Frente a este panorama, ¿quién ha sido el encargado de ocuparse de los jóvenes excluidos de la legislación y la planificación nacional?. En muchas comunidades venezolanas las respuestas se ubican en la iglesia y la delincuencia. Aparentemente la segunda parece captar un universo mayor de jóvenes para su accionar, pero la iglesia continúa ocupándose de un porcentaje mucho mayor que aquel del que se ocupa el gobierno venezolano.

Programas de capacitación en oficios, servicios de salud para madres adolescentes, programas de rehabilitación y reinserción para delincuentes y adictos, son algunos de los ejemplos de una iglesia que en muchas barriadas ha, incluso, colgado la sotana para bailar al son que tocan los jóvenes con la idea de ocuparse de ellos o “recuperarles”. Pero esta iglesia que salió de los templos para encontrarse en la calle con los malandros habla, lo que parece ser, un lenguaje distinto al de ellos, porque quién solo conoce el pecado como forma de relación y vive con el casquillo al cuello no se para a pensar en la “Gracia de Dios”, ni espera la salvación, porque honestamente prefiere el descanso eterno que da el pensar que no existe nada más allá de las balas de una 38mm.

Pero sin duda es el gobierno que está todavía más lejos de "gobernar" los espacios y las interacciones de estos jóvenes que sin autoridad, sin rector y en muchos casos sin otra formación que aquella que da la calle, estos muchachos no le deben ni le temen (a su entender) a ningún Dios, gobierno o sociedad.

Estos jóvenes que nunca tuvieron cupo en bachilerato, que escasamente conocieron una maestra que les preguntará como se sentían y que probablemente recibieron de sus padres más golpes que afecto, efectivamente desarrollaron un interés primordial por el bien privado antes que por el bien público.

En su caso, la violencia, la avaricia, la vanidad, la ambición y el exceso no son obstáculos para un bien perfecto, son las características de una actitud que les permite sobrevivir en el barrio y procurarse lo necesario.

Excluídos de todos los acuerdos sociales nunca han sido vistos por la sociedad como individuos capaces de opinar y participar como actores sociales. Por esto, han preferido autoexcluirse aún más, generar sus propios códigos, lenguajes y valoraciones del bien público que en muchos casos tienen que ver con respetar mínimos códigos de convivencia en el barrio para que sus proles y viejas, estén bien.

Sería necesario replantearse cuáles son las prioridades para recuperar la paz y el porvenir en Venezuela, habría que respetar la identidad de los jóvenes y garantizarles estructuras educativas y socio económicas suficientes para poder cambiar el status quo del malandro criollo.

Malandro que vale la pena señalar, dejó de ser un out sider cuando superó numéricamente a los jóvenes que culminan sus estudios, trabajan y viven de un sueldo honrado.

Habría que romper el contrato anterior y establecer otro donde los jóvenes participen, opinen y tengan derecho a formar parte de los pactos de convivencia. Así quizás acortaríamos la brecha entre lo que esperamos para nuestra sociedad y lo que las estadísticas actuales arrojan como el panorama demográfico, social y productivo de nuestro país donde, sin lugar a dudas, los jóvenes son los más afectados como víctimas o victimarios según sea el caso.


Y mientras el gobierno se ocupa de la propaganda, la instituciones privadas no tienen  presupuestos ni capacidades, las iglesias hablan idiomas distintos vamos a preguntarnos ¿quién se está ocupando realmente de este asunto? como vamos a revertir el hecho de que a la mayoría de los jóvenes no escolarizados en este país les pareció más pertinente dejar la  escuela y dedicarse a la delincuencia o a la economía informal. Vamos a recordar que la  mayoría de las armas en este país están en manos de hombres menores de 30 años y que  revertir ese panorama debería ser nuestra prioridad como país.

viernes, 15 de abril de 2011

Torta Abuela, eso sí la de mi abuela

De mi infancia tengo miles de recuerdos maravillosos, considerando que somos un familion (en lenguaje científico: un montón de gente) siempre había espacios para correr, jugar al escondite, celebrar cumpleaños y pasar semana santa en Playa Pintada. Pero los recuerdos más especiales de mi niñez no incluyen columpios o mascotas, ni siquiera regalos; están todos enmarcados en una cocina de paredes verdes y mesa de vidrio.


La cocina de mi abuela...


Allí entendí que el significado de la magia estaba mucho más allá de lo que las comiquitas explicaban, vi como uno que otro té curaba desde el dolor de estómago hasta los orzuelos. Fui testigo presencial de como los procesos de paz con vecinos y suegras se adelantaban con un merengon de por medio que hacia todo mucho más fluido e incluso amable. Los almuerzos en casa de mi abuelita sabían y saben a pertenencia a ese amor sabroso que da tranquilidad, sino que lo digan Inga, Selva, Gaby y todos mis compañeros de la Universidad que siempre preguntaban cuando íbamos a estudiar (almorzar) en casa de la abuela.


Crecer con magas como mis abuelas, mi mamá y mis tías termina por dejarlo a uno con timidez para las labores culinarias, y aunque yo le pongo corazón y me guío al pie de la letra por el recetario familiar aún me faltan años de práctica para lograr hacer un pastel de pollo como el que se come en la Quinta Delirios.


Mi hermanita menor, una de las morochas, siempre ha sido más valiente para ciertas cosas (no incluye montañas rusas) y tiene un carácter que parece mezcla de chocolate con pimienta y parchita; ella si se fajo con la cocina y es nuestra esperanza de que las recetas de las abuelas sobrevivan una generación más. Es chef, ahora está trabajando en Madrid y cocina como una Diosa.


Hoy me levante pensando en ella, en mi abuelita y en sus postres, por eso les dejo la receta de mi torta favorita a ver como les va con las instrucciones, yo prometo que cuando aprenda a prender el horno de mi casa voy a intentar hacerla también.


Torta abuela o torta real


Ingredientes


8 huevos
8 cucharadas colmadas de azúcar
8 cucharadas colmadas de harina con leudante
1 cucharada de maicena
1/2 de ciruelas pasas (sin hueso)
1/2 kg de azúcar
1/2 lt de vino moscatel o vino tinto dulce
1/2 lt de leche
3 yemas de huevo
1 cucharada rasa de polvo royal (polvo para hornear)
1 cucharada de vainilla


Preparación


Se baten las 8 claras de huevo a punto de nieve, se le agregan las 8 yemas una por una y se sigue batiendo. Luego se incorporan sin dejar de batir las 8 cucharadas de azúcar y la vainilla hasta que la mezcla esté cremosa.


Aparte hay que cernir tres veces los ingredientes secos (harina y polvo de hornear) y luego hay que incorporarlos a la mezcla lentamente sin dejar de batir. Esta preparación se vierte en un molde enharinado y se hornea a 400ºF durante 45 min aproximadamente, luego debe revisarse y estará listo cuando al introducir un cuchillo en el centro salga limpio. 


La ciruelas pasas se remojan en agua desde la noche anterior, se montan al fuego y al estar blandas se les agrega el 1/2 kg de azúcar y se dejan en el fuego hasta que el almibar esté espeso. Luego se retira del fuego y se le agrega el vino.


Con las 3 yemas, azúcar al gusto y la maicena se hace una crema ligera a la que puede colocársele una cucharadita de vainilla.


El bizcochuelo se saca del horno, se deja reposar y luego se corta transversalmente en tres partes, así queda una base, un centro y la tapa para la torta. Se separan los pedazos para colocar la base, bañarla con el almibar de las ciruelas, colocar una capa de ciruela, luego crema, el centro, otra capa de ciruela, crema y la tapa. Esta última se baña con el resto de la crema y se adorna con ciruelas.


Nota: Lamento no tener fotos de la torta, pero prometo que la próxima vez que la prepare alguien en la familia les tomo una.

De la razón y la pasión, o mi tarea de postgrado

Camila tiene pocos meses caminando, todavía tropieza y pierde el equilibrio cuando sus piernas quieren ser más rápidas que su centro corporal. Descubrir su casa ha sido un proceso revelador, lo primero que aprendió es que tocar es malo, no se tocan las lámparas, los enchufes, la cocina, los jabones e incluso tocar los juguetes y dejarlos en el piso es malo. 

Es malo gritar, es malo llorar, es malo reírse estruendosamente, es malo ser curiosa, es malo … es malo …. es malo. 

Para muchos niños descubrir el mundo significa descubrir limitaciones y prohibiciones, encontrar reprimendas por acciones que ellos mismos no comprenden pero que los adultos sin pensarlo demasiado consideran malas. Pareciese que la máxima de los cursos para padres hubiese sido escrita por Pablo de Tarso, por ende si el niño por naturaleza es malvado todo lo que hace es malo y se refuerza con las limitaciones y prohibiciones que sus padres, abuelos, tíos y maestras le imponen.

La única salvación aparente parece provenir de dejar en manos de otros las decisiones, acciones y posibilidades para el descubrimiento. Los niños deben dejar que sus mayores decidan, hagan y escojan. Pero al crecer el escenario no cambia, los adolescentes dejan que sus amigos decidan y finalmente los adultos dejan las cuestiones cruciales en manos de Dios.

Si tal como decía San Agustín todo el bien proviene de la mano de Dios, no debe haber en principio nada que temer. Ante mi incapacidad de decidir o de plantarme frente a los otros y a mi entorno más vale rezar,  porque así todo se supone saldrá muy bien.

Dejar en manos de Dios nuestros destinos sin participar en la jugada supone un costo muy alto, bien lo dice el evangelio ayúdate tú y entonces yo te ayudaré, en ningún momento parece decir abandónate cierra los ojos y déjalo en manos de quien en tu adultez hace las veces del adulto sabio. 

Abandonarnos a ese destino superior supone alejarnos de nuestra felicidad de ese reposo natural que según la ética aristotélica es lo que todos buscamos como fin último, bien lo sabe Camila que abandonó su sueño de bailar para ser odontóloga, su madre desde su sapiencia de adulta con experiencia y de mujer devota la incitó a dejar en manos de Dios su destino. Aunque ese dejar en manos de Dios fue más una estrategia bien planificada para que hiciese “lo que está bien”, “lo que es mejor”. 

Camila nunca fue a las audiciones para el Ballet Contemporáneo, fueron a la misma hora del curso preuniversitario. Al terminar su carrera y graduarse con honores, la satisfacción duró solo unos meses y la rutina terminó invitándola al arrepentimiento diario por no perseguir su sueño, por no procurarse su felicidad.
Años más tarde su hija descubre un mundo diferente donde llorar está bien, tocar es sinónimo de descubrir y donde reír es la vía para crecer. Este camino de posibilidades hace que su hija crezca sin enfrentarse a sí misma y, -Marx mediante -  sin enfrentarse a otros. 

Decidir para nuestra felicidad no supone abandonarnos a los designios de Dios. Por el contrario, parece salirle mejor el asunto a quienes lo tienen como compañero e incluso como guía o asesor, pero que con pasión persiguen sus sueños, y toman sus decisiones en función del bien propio y el del otro. Sin olvidar que cuando el camino se torna más intrincado siempre hay alguien que les apoya y les acompaña, llámese Dios, familia o simplemente el otro.

Nota: La fotografía es una obra de mi esposo Carlos Eduardo Meneses, llamada El silencio es ajeno

Cuatro voces

¡Las Palmas, Venevision! ¡Las Palmas, Venevision! ¡El que te lleva a la fama mi reina! reza la letanía que todos los días repite Juan David en la parada frente al metro de Plaza Venezuela –salida Sabana Grande- y si el caso lo amerita viene acompañada por un guiño de ojo que según él aumenta el autoestima de las pasajeras que tienen pinta de ir al canal de la colina.

Su voz acompañada por una orquesta de cornetas, las risas del perrero, un pasodoble que suena en el boulevard y el tuerto que grita ¡la telefónica! ¡la telefónica! y espera con ansias el último viaje para darle inicio a una noche de viernes de quincena que promete fortuna y unas cuantas cervezas.

Desde chiquito le dicen Juanda “como salido del comercial del cable”, vive con una ramita de canela en la mano para alejar la pava y los malandros, se autodenomina “asistente de ruta” y tararea Calle luna, calle sol de Héctor Lavoe mientras cuenta los billetes que le dejó el día.

“Mejor que ayer y peor que mañana” mientras risueño abandona su esquina con paso calmo, como quien camina bailando. Media cuadra más abajo atraviesa la puerta del Centro Hípico Tiburón y con pinta de Panchito Mandefuá pero actitud de Pedro Navaja atraviesa hasta la esquina del fondo donde pide un tercio, prende un Astor rojo y repite como mirando a nadie “esta semana lo dejo, a mi mujer no le gusta” pero después del suspiro concluye “claro la cosa es que a mí no me gusta ella”.

Por la puerta del baño atraviesa Margarita Kuznetsov arrastrando su pinta de vikinga despatriada fuera del Tiburón, buscando calle abajo birras más frías y más baratas mientras su compañera de andanzas  intenta no tropezarse a sí misma durante la misión, “un paso a la vez, mira que la acera está llena de alcantarillas y huecos”.

Hija de un ruso y una caraqueña con nombre “de la flor que le gusta a mamá” y apellido de boxeador soviético, detiene sus pasos frente al Bar Restaurant Kung Hey. “Faltaba más, los chinos siempre tienen cerveza fría y precios solidarios”. Con la suerte de su parte consigue mesa con vista privilegiada al Karaoke, se sienta y repasa el cancionero buscando el tema ideal para cantar.

Media hora, dos cervezas y una ración de lumpia más tarde Margarita canta, con el despecho a flor de piel, “Amiga”, de Ana Gabriel y Vicky Car, su estampa de rusa, el dragón chino del fondo y el sombrero de charro a medio poner.

Desde la puerta del Kung Hey, Oswaider Daniel se arrepiente de entrar, da media vuelta y le dice a su compadre que el American Bar es mejor “pero mosca que hay dos American Bar, es el que está más abajito”. Rebeca a quien no le gustan para nada los Karaokes escucha la recomendación del pintoresco par y le propone a su amiga seguirles el paso porque “no están ni mal”.

Hace frío. Rebeca camina y mantiene el paso constante en su mini short. Le molesta un poco el tacón del pie derecho, producto de un traspié al bajarse del taxi, pero va feliz porque le encanta el paseo, “esta calle está llena de neones de colores y en mi pueblo –San Rafael de Mucuchies- casi no hay de esos.

No tiene más de veinte años. Jamás dice su edad porque si no la dejan fuera de los locales. A su amiga no le gusta hablar, no le gusta la idea de ir al fulano American Bar, no le gusta la calle donde andan, en resumen no le gusta nada, es mucho mayor que ella y camina como más cauta, debe ser porque ya la calle está bastante sola y todos los que andan por ahí se ocupan de lo suyo en alguno de los hoteles o bares. Un poco más abajo, el puente atraviesa el río y mientras más cerca menos luz. 

Frente a la puerta del local “American Bar El Encuentro” Rebeca emocionada se dispone a cautivar al portero para que éste no se de cuenta de su edad, camina con porte de alfombra roja y ya frente al él sonríe y mira al suelo porque su ex “dice que esa mirada es infalible”, el portero que parece un personaje salido de Miami Vice la mira sin darle importancia y sentencia “no puedes entrar si no me muestras tu tarjeta de sanidad”. 

Rebeca no entendió el comentario del portero y del porqué el pase de entrada al local esta escrito en un cartón del Ministerio de Sanidad. Dicho esto, su amiga captó el mensaje al ver que luego de comentarios cortos y al oído desfilaban fuera del local parejas improvisadas por esa noche. Diez minutos más tarde abordaron un taxi rumbo al otro lado del puente. Rebeca pensó que parecía un túnel oscuro en cuyo final estaba el sol. Debe ser porque el puente no tiene nada de luz y al cruzar, las luces del edificio del banco y de la calle alumbran todo.

Tal vez porque hay mucha luz y una patrulla de policía es que los muchachos pasean bicicleta en la calle del fondo, “mira otro restaurante chino, ¿no quieres parar por otra cerveza?”.


Nota: La foto no se a quien se debe, pero es la calle y fue tomada a buena hora.