Muchos de nosotros conocemos su historia y la de tantos otros venezolanos que han sido víctimas en las calles venezolanas, sentimos el miedo, la rabia y la impotencia de verlos morir o partir uno a uno.
Muchos tenemos familias que parecen rompecabezas en el mundo, anhelamos que nuestros hermanos y amigos regresen, que nuestros padres compartan nuestros logros y caminos, pero respiramos tranquilos al pensar que donde están las probabilidades de que los alcance una ráfaga de terror está mucho más lejos.
Aquellos que tenemos hijos, creyentes o no, le rezamos a todo el que se pueda para que proteja a nuestros chamos y vivimos con nudos en la garganta cuando quieren salir, jugar en el parque o caminar en la plaza.
Esa sensación que nos paraliza y nos llena de odio no puede seguir siendo el motor de un país que antes era capaz de sentir esperanza y de pararse a diario a echarle pichón a la vida.
Ese miedo hay que sacarlo por mucho que cueste y por mucho que duela, hay que dejar de pensar en lo que el gobierno, el ministro, el Alcalde, el guardia o el policía pueden hacer. Para empezar a pensar que pensar que podemos hacer nosotros.
Son muchos años de excluir, de menospreciar, de odiar y de ver correr en las aceras gritos, peleas y armas cerrando nuestras puertas para no ver, para esperar que la violencia no nos alcance a nosotros la próxima vez.
La paz necesita que le demos una oportunidad, esos chamos que hoy disparan sin sentir respeto por la vida necesitan encontrar oportunidades y caminos para cambiar.
Muchos venezolanos han apostado por trabajar para la Paz, pero hacen falta muchísimos más, cada uno desde lo que sabe hacer, el médico atendiendo a quien lo necesita para que la desesperación no le obligue a atropellar a otros para salvarse a sí mismo, el maestro educando a los niños para que entiendan el valor de la vida, el respeto y la honestidad, las madres apoyando a sus hijos para que la rabia y el miedo no se apodere de ellos, todo el mundo puede sumar cuando el miedo se deja de lado.
Conozcan a esos venezolanos que hoy trabajan para la paz en Venezuela, apoyen su trabajo cada uno desde sus posibilidades, busquen de nuevo la fe y la esperanza de ese país donde todos tenemos que convivir.
No importa la organización que apoyen o la causa que los mueva, que sea una causa por la paz, para poder empezar a ver titulares que hablan de cómo las cifras de homicidios comienzan a disminuir, de cómo las familias comienzan a volver, de cómo los venezolanos también pudimos recuperar nuestro país.
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